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VENDER

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Ahora se trata de vender el producto. Parece que hay bastante acuerdo en cuanto a su calidad e interés, pero no se da ni mucho menos una relación directa con sus posibilidades de difusión. Conseguir llegar a los muchos potenciales espectadores que podrían disfrutar del espectáculo se ha convertido en una empresa bastante ardua y sujeta a una gran cantidad de filtros no precisamente transparentes. Un formato como el que hemos producido afronta riesgos importantes. Requiere unas mínimas condiciones técnicas que limitan los escenarios en los que se puede presentar con decencia. No cuenta con famosos televisivos para su promoción. No encaja con los pocos tipos de operaciones estándar que fomenta el mercado, que van desde el pequeño formato de humor intrascendente hasta el gran espectáculo de prestigio mediático. ¿Con qué podemos contar? De alguna manera, con su propia "rareza", con su apuesta por la poesía, la danza, la emoción, la belleza y el humor desgarrado. Con su beligerancia frente a tópicos. Con su irreprochable factura técnica. Más circunstancialmente, con las conmemoraciones del Bicentenario. No será nada fácil encajarlo en programaciones "normales", aunque no hay que excluirlo, pero puede encontrar un lugar en determinados contextos más o menos festivaleros con cierta apuesta por el riesgo. En realidad todo esto es un poco extraño, porque la voluntad (comprobada) del trabajo es llegar a cualquier persona que no busque en el teatro una simple manera de pasar un rato distraído de sus miserias. Pero es así. Cosas mucho más graves hay en este mundo de finanzas criminales. Somos privilegiados y no conviene olvidarlo.

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