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USOS DEL TEATRO

USOS DEL TEATRO

Voy a jugar con la polisemia: usos en el sentido de hábitos, modas o costumbres y usos en el sentido de prácticas o utilidades.  El D.R.A.E. recoge también una acepción interesante: "Andar al uso: acomodarse al tiempo, contemporizar con las cosas según piden las ocasiones." Algunas primeras impresiones recogidas en el preestreno, y también las que yo mismo tuve viendo por primera vez el espectáculo infiltrado entre los espectadores, me sugieren algunas reflexiones, bien que no especialmente novedosas. Algunos comentarios recogidos a la salida, dentro del general aprecio (no me gusta hablar de éxito) o cuando menos respeto, aludían a la densidad del espectáculo, que en ocasiones llevaba al parecer a ratos de distracción o desconexión por la dificultad de mantener una concentración ininterrumpida. Probablemente se entendía como un defecto o carencia, y no voy a negar que pueda serlo: estoy seguro de que no es un trabajo perfecto, ni lo será cuando hayamos limado algunos aspectos aún abocetados en el momento de asomarse por primera vez al mundo exterior. Sin embargo, se puede pensar en otra interpretación del fenómeno. Citaba el otro día a Brecht, y recuerdo ahora su crítica a la actitud de "espera ansiosa del final" propia de cierto teatro dominante, que dio en calificar sin demasiada precisión de "aristotélico", y con mejor humor de "culinario". Ciertamente ese enfoque es uno de los postulados de Brecht (hay otros que no) que sigo compartiendo sin reservas. Le gustaba la actitud, hoy escandalosa, de asistir al teatro fumando. Más allá de lo anecdótico, se trata precisamente de una disposición a no dejarse arrastrar, o alienar, ni por las trampas del sentimentalismo ni por la tensión de averiguar el desenlace de la peripecia: un poquito de desatención, un margen de libertad. Me parece que algo hay en las impresiones que citaba que resulta saludable. Personalmente me siento atropellado por espectáculos que se proponen impedir la respiración. ¿Qué hay en realidad de problemático en que el monólogo interior de cada espectador se desarrolle de acuerdo con su propio ritmo, con su propia historia, con sus propias expectativas? Hay en el fondo algo viciado que se cuela en el uso (a veces inocente, a veces no) de la palabra "público": como si la función de un espectáculo hubiera de ser la de dirigirse a ese monstruo fantástico de mil cabezas. Ahí, claro, nos topamos también con la cuestión del llamado "gusto", de la que una vez más hablaba con Javier volviendo a Zaragoza de madrugada. La función de nuestro trabajo no es "gustar al público": es poner ahí, con el mayor apasionamiento, una propuesta que pueda interesar, que permita experimentar sensaciones, emociones y pensamientos procurando evitar justamente "andar al uso". Creo que, por lo observado en el preestreno, y con todo lo que hay que seguir afinando para mejor disfrute de los espectadores, hemos hecho un trabajo del que, sin ser "al uso" (sin entrar en los patrones de los éxitos programados), muchos espectadores pueden hacer uso para lo que les parezca conveniente. Puede conectar de formas muy diversas con personas diversas, sin atosigar. Tiene, en fin, utilidad, creo.

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