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puesta en escena

RECAPITULANDO

Sesión de trabajo en Embocadura, con Javier, Pelai y Luis. Un primer tiempo de comentarios generales, recogiendo impresiones de los preestrenos. Sobre abstracciones no es fácil aclararse, más allá de algunas vaguedades, así que enseguida nos ponemos a recapitular en concreto momentos del espectáculo, en especial transiciones que pueden seguir afinándose, tanto desde el punto de vista de la puesta en escena como de la iluminación y la interpretación. Recurrimos cuando es preciso al video casero grabado en el Palacio de Congresos. Esto del video es una cosa rara, pero siempre que se tenga claro que es mentira sirve como instrumento de trabajo para localizar, conectando con la memoria propiamente dicha, algunos ajustes necesarios. Nos ponemos de acuerdo en varios cambios, de mayor o menor cuantía, que pueden aligerar el desarrollo de la acción escénica, ahorrando alguna demora innecesaria, e incluso aclarar el significado en algún caso. Ensayaremos el 15 y el 16 en la Escuela de Teatro, y ya el mismo 17 (no es posible antes, qué se le va a hacer) haremos los últimos ajustes en el propio escenario del Teatro Principal.

DEBERES

DEBERES

He aprovechado el paréntesis del puente para hacer deberes, recapitulando después del último pase. Tuve también ayer una sesión de trabajo con Javier Anós, analizando el desarrollo del espectáculo, en función de la iluminación y también de otros aspectos. Entre otras cosas me sugirió, con razón, suprimir la escena "¿Qué es la patria?", que tampoco yo tenía muy clara. Después me puse a estructurar un poco, como me había propuesto, el personaje de Silvia, a la que he dado en llamar "la desconocida". Ya hoy, domingo, me he dedicado a poner por escrito un guión general de la sucesión de acciones, procurando ponerme en una posición de ignorancia en cuanto al contenido de lo que se hace y sobre todo de lo que se dice. Aquí van los dos deberes.

 

SILVIA ("LA DESCONOCIDA"). SECUENCIAS

1. PRÓLOGO / CORO / VIENEN / A LAS ARMAS / TERTULIA / GRABANDO / BUENOS DÍAS

2. PALAFOX (fuera de escena)

3. LIBERTÉ / ORREBUAR / MATAR / SILENCIO / TALA

4. AGUSTINA (fuera de escena)

5. APOCALIPSIS / GUERRA

6. EL EMPERADOR / BODAS DE SANGRE / EL EBRO Y EL MAR (fuera de escena)

7. GUERRA DE CASAS / ANUNCIOS / LA BAYONETA / LA PUTÉN / PREGUNTAS A LOS MUERTOS / CIEGA Y MUERTA

8. PABLO ESTELLA (fuera de escena)

9. CIERZO / GATOS / LA CIUDAD SE RINDE / ZARAGOZA

1. Como una arqueóloga, descubre las ruinas de la ciudad mítica, se interna en el espacio descubriendo poco a poco los vestigios, encuentra una fosa común, despierta a los muertos para que cuenten su historia y se mezcla entre ellos para intentar comprender lo sucedido. Escucha su discurso a los hombres futuros y provoca el "flash back" hacia el comienzo de los acontecimientos. Fomenta y luego aplaca la euforia heroica para dar paso a la cotidianidad. Mirando al público, se retira para dar paso al teatrillo de la galería de personajes, que no va con ella.

3. Ruptura. Nueva mirada sobre la escena, introduciendo el retorno a la vida de la gente corriente: empatía, desde la  impotencia, con la madre y el hijo. No puede cambiar lo sucedido. Finalmente, acompaña el luto de la madre, no dejando que nada exterior la perturbe. Se retira con ella durante "Tala": lamento por los hombres y los árboles caídos.

5. Entrada a escena durante el final de Agustina, en continuidad con su mirada anterior. Deseo de integrarse en la situación, para comprender mejor lo ocurrido: ¿qué sentiría aquella gente en el fragor de los combates? Desfallecimiento: llamada al telón. Un descanso.

7.- Vuelve a escena fatigada con el peso de todo lo vivido: piedad, con una mirada más escéptica, clarividencia, aceptación de la imposibilidad de cambiar las circunstancias, asumiendo participar en lo inevitable. Hacia el final de la secuencia, el peso del cansancio aumenta hasta necesitar salir de escena.

9. Un intento desesperado de luchar contra el viento de la historia. Todo es inútil. Desvalimiento extremo. Indigencia. Viaje de vuelta a la superficie de la que ha bajado. Recuperación, en dos fases: lamento y furia.

 

GUIÓN (PROVISIONAL) DE ACCIONES

Se abre el telón en silencio. Una desconocida entra en el escenario con una antorcha, descendiendo desde una estructura elevada. Va descubriendo el espacio. Al fondo hay algo como un carro volcado con un bulto de tela en el suelo. La desconocida entra en contacto con el bulto, que empieza a moverse lentamente. Sube al carro y recoge la tela, que levanta polvo. Debajo hay un montón de cuerpos que se mueven y poco a poco se incorporan con dificultad y avanzan en grupo hacia proscenio. Hablan a coro al público. A una señal de la desconocida se dispersan en actitud de alerta, se cruzan, corren, se preparan quizá para algún combate. Forman un grupo agresivo al que trepa la desconocida coronándolo. El grupo se deshace y desaparece de escena. Por un lateral entran tres mujeres con sillas. Se sientan. Entran tres hombres. Las mujeres se levantan. Dos de ellas se dirigen a la estructura, una sube a la plataforma, otra se queda abajo, la tercera sale de escena. Los hombres se sientan y hablan, sin mirarse entre sí. La desconocida se sienta en otra silla, apartada del grupo, se mueve en silencio. Otra mujer cruza el escenario, como perdida, tal vez ciega. Los hombres se levantan a la vez y salen de escena. La mujer que está bajo la estructura toca el violoncello, mientras la que está arriba le habla a una grabadora. La desconocida recorre el escenario con su silla a cuestas. Finalmente se sienta en proscenio, de espaldas al público. Entra un hombre empujando dos tarimas con ruedas y telón incorporado, las une y quedan formando un pequeño escenario. Entran por ambos lados dos personajes, se suben a la tarima y representan una escena. En cuanto han subido, la desconocida abandona el escenario, dejando la silla en proscenio. El que ha colocado el escenario interviene en la escena en algunos momentos y luego desaparece. Los dos actores saludan, bajan del escenario y se llevan fuera las tarimas. La desconocida se lleva la silla a un lateral y se queda allí mirando a la estructura. En la parte de abajo hay un hombre y una mujer. Parece que mantienen una discusión. Cuando el hombre se aleja, entran a escena dos hombres en actitud agresiva, que se lo llevan. La mujer queda sola y se lamenta. La desconocida la abraza y la acompaña a descansar en el suelo. Vuelven a entrar los dos hombres, con una especie de danza guerrera y gritos. Salen de escena. Entra la mujer ciega con un farol en la mano, recorre lentamente el escenario hablando. En dos ocasiones la desconocida se interpone y le hace cambiar su trayectoria. Finalmente deja el farol en el suelo y se retira hacia el fondo. Entran dos hombres, traen hacia delante el carro del fondo y lo colocan lateralmente cerca del proscenio. Por detrás colocan las tarimas con telón. La que parecía ciega ya no lo está: sube al carro con una antorcha en la mano y se queda quieta, con el brazo levantado. Un hombre se tumba en el suelo. Entra una mujer con un micrófono, parece que entrevista a la mujer de la antorcha y luego al hombre tumbado. Cuando se va, la mujer y el hombre hablan entre sí, se acercan y se van juntos. En lo más alto de la estructura, un hombre grita, dirigiéndose a hombres y mujeres que han entrado en escena y mueven el carro y las tarimas. El carro se desmonta y quedan sólo las ruedas con el eje. La desconocida mueve las ruedas. La gente de abajo increpa al de arriba. Tensión, emergencia. Todos se movilizan, desplazando las tarimas por todo el espacio, cruzándose con las ruedas, movimiento continuo intenso. Forman una especie de barricada. Luego vuelven a dispersarse y bailan, reuniéndose de nuevo en la estructura. La desconocida sube a la plataforma y cae abatida. Sobre el grupo, hacia la mitad del escenario, baja un telón. Salen por delante tres mujeres que hablan entre sí. Parece que hacen referencia a algo que ocurre por detrás del telón. Cuando sube el telón, hay una pared adosada a la estructura. Un hombre y una mujer se abrazan, salen de la pared, bailan, hablan, vuelven a la pared abrazados. Entra por la izquierda un hombre arrastrando una gran tela. Por la derecha, una mujer en el suelo moviéndose lentamente. El hombre va avanzando hacia ella. Hablan. El hombre finalmente llega hasta ella y terminan abrazados en el suelo. Vuelve a entrar la desconocida, que recoge la tela. Los hombres acuden a la estructura, muy agitados, desmontan la pared, arrancan y mueven tablas: la estructura queda rápidamente transformada. Mientras tanto, las mujeres disponen las tarimas con ruedas (ahora sin telones) en dirección perpendicular al público, con una escalera al fondo. Una a una suben y avanzan hacia el público por la pasarela, en lo que parece un desfile de modelos, mientras la desconocida recorre el proscenio. Terminado el desfile, las mujeres se acurrucan al fondo y van saliendo de escena. Mientras tanto han entrado dos hombres, que van desplazando la pasarela, cada uno desde un extremo, hacia la estructura, en la que queda empotrada. Uno de ellos sube a la plataforma, el otro a la pasarela. La desconocida está moviéndose entre los dos, haciendo como de soporte, de separación o de acercamiento alternativamente. El hombre que está en la pasarela cae finalmente, se diría que muerto, empujado por el otro. No obstante se incorpora y coge en brazos a la desconocida, que es la que parece ahora muerta, inerte, y la deposita en el carro, que está ahora al fondo a la derecha. El hombre sale de escena. El que estaba sobre la plataforma se queda allí, tumbado, reposando. Desde el fondo aparece una mujer que va subiendo por el carro, mientras se oyen fuera gritos de hombres. La desconocida le ayuda a bajar del carro y a avanzar, hablando hacia el público, retirándose luego hacia el lateral. La desconocida le pinta una especie de antifaz negro. Mientras el hombre de la plataforma habla, dos hombres mueven el carro hacia delante, con otra mujer tumbada inerte. La mujer con el antifaz se acerca a la inerte y hablan entre sí. Quedan al final abrazadas. En ese momento entra desde la sala un extraño personaje con un farol en la mano. Llega, cojeando,  hasta el escenario, ahora vacío, y se dirige al público. Lleva un zurrón del que saca tres calaveras, con las que hace malabares. Rocía la sala con un ambientador. Se marcha arrastrando el carro, mientras vuelve a entrar en escena la desconocida, que cruza el escenario en diagonal, luchando contra el viento que viene desde un lateral. Termina derrumbándose, agotada. Empieza a nevar. Entra otra mujer que deambula por el espacio, como buscando desesperadamente algo que no encuentra. La desconocida se incorpora y sube a la plataforma de la estructura. Van entrando otros personajes, todos fatigados y perplejos, se preguntan algo unos a otros, forman distintos grupos. Luego quedan separados, aislados, mirando al público. Caen y se levantan, una y otra vez. Sigue nevando. La desconocida baila sobre la plataforma. Oscuro final.

(La foto es de Silvia en una escena de "Travesía).

 

TRES REFLEXIONES

TRES REFLEXIONES

1.- ¿Qué estamos haciendo?

Cuando me preguntan, compruebo que sólo puedo saberlo, si acaso, por exclusión: qué es lo que no estamos haciendo, a eso aún puedo, mal que bien, contestar. Se dice, y parece cierto, que cualquier artista tiende a rechazar etiquetas. Pero creo que, por fuera de la habitual megalomanía de pretender que uno hace algo único e incomparable, hay algo en la pregunta que permanece vivo y con derecho a insistir. Hay una respuesta clara y hasta con aspecto brillante, que tiene la ventaja añadida de ser verdadera: estamos trabajando, precisamente, para averiguarlo.

De acuerdo, no es suficiente, ya lo sé. Algo sé: estamos haciendo poesía (quizá, más concretamente, poesía elegíaca). Es decir, tratando de dar caza a algo que no encuentra acomodo en el lenguaje ordinario. Lo que no significa, más bien al contrario, que rehuyamos la experiencia humana común. Justamente llegar a lo común exige despojarse de lo que suelo llamar "privado". Cada persona que está en el escenario (y también los que estamos participando desde fuera) habría de extremar lo más íntimo para conectar con lo que a todos concierne. Lo de en medio, digo siempre, es lo que sobra, lo que bloquea la comunicación. Sólo con tiempo, con paciencia y por tanteo es posible aproximarse al menos a esa aspiración.

El tiempo siempre falta, la paciencia a veces flaquea y el tanteo con frecuencia desconcierta. Ahora, cuando vamos estando "nel mezzo del camin", hay aún buen número de incertidumbres en el aire. Conviene resistir la tentación de cerrarlas prematuramente. Después de muchos años en este raro oficio, sé que no podría trabajar desde un plan cerrado de antemano. No pretendo ser ejemplar, sólo sé que es lo que a mí me estimula y me permite seguir adelante. De mi experiencia extraigo la confianza, sin excesiva imprudencia, en que hay algún momento (no muy lejos del estreno) en el que lo que parecía disperso acaba por adquirir coherencia y continuidad. El riesgo de que ese resultado no aparezca siempre está ahí, pero el riesgo es un ingrediente básico del frágil equilibrio en que consiste el encanto del teatro.

2.- Autor y director

Otra reflexión de fin de semana: el hecho de que el autor del texto lleve mi nombre podía dar pie a alguna inquietud. Ya sospechaba que sin mucho fundamento, y lo compruebo: de hecho, siempre he pensado que la cuestión de "las intenciones del autor" carece por completo de sentido. Lo que hay es un texto, unas palabras puestas en un papel, y a eso me atengo: lo demás no existe hasta que hay unos seres humanos que se hagan responsables de ellas. Sea cual sea el nombre que las firme, no le pertenecen. Tampoco al director ni a los actores. Según con quién se crucen, las palabras tendrán vidas imprevistas. Eso sí, siempre he defendido maniáticamente el respeto a la literalidad del texto. Son las reglas del juego. Para disfrutar de un juego es imprescindible atenerse a unas reglas. No es ahí donde está la libertad de los jugadores. La circunstancia de haber escrito esas palabras no modifica nada esencial. Ni me incomoda ni me estimula en distinta medida que cualquier otra firma.

3.- La Historia y la historia

Desde el propio proceso de escritura me fui desentendiendo cada vez más de la documentación histórica. Ya lo dice el coro: "Tiempo sin tiempo alguno, derribo de la Historia, material de silencio". Desde el comienzo de los ensayos no hemos dedicado prácticamente ninguna atención a las circunstancias históricas que sirven de pretexto. Exactamente eso: pre-texto, algo que está, que estaba, antes del texto. Lo que nos importa para el trabajo es lo que está después del texto, la historia de un grupo de personas que trama una manera de dar cuenta de situaciones humanas ante una asamblea de espectadores. La Historia, para los historiadores, con su rigor, que es otro. No somos historiadores aficionados.

DIVAGACIONES DE DOMINGO

"PUESTA EN ESCENA"

Qué palabro, el galicismo. Qué raro que no se pueda decir "ponedor en escena", que sería lo suyo, puestos a traducir. Como buen afrancesado, heredero (entusiasta en tiempos jóvenes, un pelín más escéptico ahora) de teóricos estructuralistas y post, no puedo dejar de emplear la expresión. Y sin embargo... Hay quienes separan (en castellano) "puesta en escena" y "dirección" como competencias distintas. No lo acabo de entender. Es verdad que parece que el galicismo apunta a los aspectos más intelectuales de la concepción del espectáculo, lindando con el germanismo "dramaturgia". Algo de eso hay, pero no linda menos con el trabajo de ensayos con los actores, así que prefiero usar "dirección", en buen castellano: dirigir no es ejecutar un plan, es señalar caminos y, desde luego, finalmente tomar decisiones, que para eso me pagan. Sí, finalmente es jugar a ser dios. Claro que dioses hay muchos para elegir, y conviene alejarse lo más posible del despótico Yahvé. En este caso, para complicar o facilitar las cosas, quién sabe, se trata de un dios uno y trino, como manda la doctrina, porque está Víctor y está Luis. Me temo que yo sería el padre, Luis el hijo y Víctor el espíritu santo. En fin, divagaciones de domingo.